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Austria es un país de Europa Central conocido por su rica historia, su impresionante belleza natural y su contribución a la música y la cultura mundial. Limita al norte con Alemania y la República Checa, al este con Hungría y Eslovaquia, al sur con Eslovenia e Italia, y al oeste con Suiza y Liechtenstein. Con una población de aproximadamente 9 millones de habitantes, Austria es famosa por su impresionante paisaje alpino, que la convierte en un destino ideal para los amantes del senderismo, el esquí y la naturaleza.
A lo largo de su historia, Austria fue el centro del Imperio Austrohúngaro, lo que dejó un legado cultural, arquitectónico y político que sigue siendo evidente hoy en día. Su capital, Viena, fue durante siglos la sede de la monarquía, y la influencia de esta rica herencia se encuentra en la música clásica, los museos, los palacios y la ópera. Además de su importancia cultural, Austria también se destaca por su estabilidad política y económica, siendo uno de los países más prósperos y con una de las mejores calidades de vida del mundo.
El país es conocido por sus avanzados sistemas de educación y salud, su seguridad y la eficiencia de sus transportes. A nivel internacional, Austria también tiene una fuerte presencia diplomática y es sede de importantes organizaciones internacionales como las Naciones Unidas. Hoy en día, Austria combina tradición y modernidad, ofreciendo a los visitantes una experiencia única tanto en sus ciudades históricas como en sus impresionantes paisajes naturales.
Leer Historia de AustriaCapital: Viena
Población: 1,9 millones (año 2023)
Idiomas: Alemán (oficial)
Superficie: 414,87 km²
Moneda: Euro (€)
Religión: Mayoría cristiana (principalmente católicos), con una pequeña comunidad musulmana y judía.
Alfabetismo: 99%.
Educación y sanidad: Ambas son gratuitas y de alta calidad para los ciudadanos.
Salud: Viena es conocida por su excelente sistema de salud pública, que es accesible para todos los ciudadanos.
Deporte más popular: Fútbol y deportes de invierno (esquí).
Seguridad: Una de las ciudades más seguras del mundo, con índices bajos de criminalidad.
Visado para turistas argentinos:
Los ciudadanos argentinos no necesitan visa para ingresar a Austria por estancias de hasta 90 días en un período de 180 días, siempre y cuando el propósito del viaje sea turismo, negocios o visitas familiares. Austria forma parte del espacio Schengen, lo que significa que el tiempo que pases en Austria también cuenta para otros países dentro de la zona Schengen.
El espacio Schengen es un grupo de países europeos que han abolido las fronteras internas para facilitar la circulación de personas. Por lo tanto, si pasas 90 días en Austria, esos 90 días también se aplican a otros países Schengen como Alemania, Francia o Italia, entre otros.
Requisitos para el espacio Schengen entrando por Austria:
- Pasaporte válido por al menos 6 meses desde la fecha de entrada.
- Prueba de fondos suficientes para cubrir la estadía (por ejemplo, extractos bancarios o tarjetas de crédito).
- Confirmación de vuelo ida y vuelta.
- Seguro de viaje con cobertura médica internacional (obligatorio).
- Prueba de alojamiento en Austria (reserva de hotel, carta de invitación, etc.).
- Costo: Si se solicita un visado, puede variar dependiendo de la nacionalidad, generalmente alrededor de 60 EUR para estancias superiores a 90 días.
Nota: Los turistas de otras nacionalidades pueden estar sujetos a requisitos específicos, dependiendo de su país de origen. Estos son los requisitos generales según las regulaciones del espacio Schengen, aunque la exhaustividad de los controles de inmigración puede variar dependiendo de cada país miembro de Schengen.
Para más información y para realizar la solicitud, visita esta página Federal Ministry Republic of Austria.
Austria en general, y Viena en particular, es conocida por ser uno de los destinos más caros de Europa, especialmente cuando se trata de alojamiento. Para los viajeros con un presupuesto ajustado, los precios más bajos en Viena comienzan a partir de 30 EUR por noche, pero estas opciones económicas suelen ser en dormitorios compartidos (dorms) en hostels. A pesar de que existen diversas modalidades de alojamiento, desde opciones más económicas hasta lujosos hoteles, las diferencias de precios son bastante notorias, lo que hace que encontrar algo asequible en el centro de Viena sea un desafío.
En mi caso personal, decidí hacer un day trip a Viena desde Bratislava, una ciudad vecina que ofrece precios mucho más accesibles en cuanto a alojamiento. Después de explorar la ciudad durante el día, opté por regresar esa misma noche a Bratislava debido a los elevados costos de hospedaje en Viena. Esta es una alternativa viable para los viajeros que desean disfrutar de Viena sin tener que soportar los altos costos de alojamiento en la ciudad.
Si estás en la misma situación, te sugiero considerar ciudades cercanas, como Bratislava (Eslovaquia) o Budapest (Hungría), que están a poca distancia en tren o autobús de Viena y ofrecen opciones de hospedaje mucho más económicas. De esta manera, puedes disfrutar de Viena durante el día y regresar a tu lugar de hospedaje en una ciudad cercana por un costo mucho más razonable.
En mi caso, llegué a Austria desde Eslovaquia en un autobús que me llevó de Bratislava a Viena por solo 10 EUR ida y vuelta. El trayecto fue rápido, cómodo y económico, permitiéndome explorar Viena en un solo día sin problemas. Los autobuses entre estas dos ciudades son muy frecuentes y el viaje dura aproximadamente 1 hora.
Puedes acceder a Austria fácilmente desde cualquier país fronterizo por tierra, ya sea en tren, autobús o coche. Además, el Aeropuerto Internacional de Viena (VIE) conecta el país con el resto del mundo, haciendo de Austria un destino accesible tanto por tierra como por aire.
En cuanto al transporte dentro de Austria, el sistema público es muy eficiente. Los billetes de tren, metro o autobús son bastante asequibles:
- **Billetes de tren (Viena - otras ciudades):** Alrededor de 15-20 EUR por trayecto.
- **Transporte público dentro de Viena (metro/tranvía):** Aproximadamente 2.40 EUR por billete sencillo.
- **Autobuses interurbanos:** Los precios varían, pero suelen estar entre 15 y 30 EUR para trayectos más largos.
Aunque los taxis son más caros, el transporte público es ideal para quienes desean moverse cómodamente por Austria sin gastar demasiado.
La mejor época para visitar Austria es durante la primavera (de abril a junio) y el otoño (de septiembre a octubre). Durante estos meses, el clima es más suave y agradable, con temperaturas cómodas para explorar las ciudades y paisajes a pie. Además, es una temporada baja, por lo que los precios de alojamiento y actividades son más bajos y hay menos turistas, lo que permite disfrutar de una experiencia más tranquila y relajada.
La temporada alta en Austria, que va de diciembre a febrero, coincide con el invierno y la época de los famosos mercados navideños. Si bien es una época muy popular debido a las actividades de invierno y el ambiente festivo, los precios suben considerablemente, y los lugares turísticos pueden estar más llenos. Si prefieres evitar las aglomeraciones y ahorrar en costos, te recomiendo viajar fuera de la temporada alta, disfrutando de tarifas más accesibles y un ambiente más relajado.
Telefonía móvil: En Austria, una de las mejores opciones para tener acceso a Internet es comprar una tarjeta SIM local. Puedes encontrar tarjetas prepago en tiendas como **A1**, **T-Mobile** y **Drei**. Estas ofrecen planes con datos móviles y llamadas locales a precios accesibles. También existe la opción de comprar una **eSIM** si tu teléfono es compatible, y algunas compañías ofrecen esta modalidad, lo que permite configurar el servicio sin necesidad de una tarjeta física.
Velocidad y conexión a Internet: La conexión a Internet en Austria es bastante buena, con velocidades rápidas y una cobertura extensa en ciudades y áreas rurales.
Dinero en efectivo: Las tarjetas de crédito, débito y bancos y billeteras virtuales son ampliamente aceptadas en Austria. Sin embargo, es recomendable llevar algo de efectivo como respaldo, ya que usar los cajeros automáticos puede generar comisiones altas si no tienes una cuenta bancaria en la Unión Europea. Evitar el uso frecuente de los cajeros automáticos puede ayudarte a reducir costos adicionales durante tu estancia.
Salud y seguro médico: Aunque Austria tiene un sistema de salud público de alta calidad, es recomendable contratar un seguro médico de viaje si vienes de fuera de la Unión Europea, ya que no todos los servicios están cubiertos sin un seguro adecuado. Las farmacias en Austria tienen una gran oferta de productos de salud, y puedes acceder fácilmente a consultas médicas en caso de necesidad.
Explora Austria con esta guía práctica. Selecciona una ciudad para ver sus lugares clave:
Austria, y en particular Viena, es un destino fascinante, cargado de cultura y patrimonio. La ciudad destaca por su arquitectura impresionante, desde los majestuosos palacios de la época imperial hasta sus imponentes edificios de la época barroca. Monumentos como el Palacio de Hofburg, la Ópera Estatal de Viena, y la Catedral de San Esteban son solo algunos de los ejemplos que te permiten viajar en el tiempo y sentirte parte del legado de Europa. La ciudad tiene una tradición musical que se respira en cada esquina, con la huella de compositores como Mozart, Beethoven y Strauss, quienes vivieron y trabajaron aquí. Visitar el Belvedere, con su jardín increíble, o la biblioteca nacional, es un paseo que conecta el pasado glorioso de Austria con la vibrante vida actual de la ciudad.
Sin embargo, aunque culturalmente enriquecedora, Viena es un destino extremadamente caro para el viajero. Debido a los altos costos de alojamiento, comida y transporte, decidí realizar un day trip desde Bratislava. Esto me permitió disfrutar de la ciudad durante un día sin incurrir en los elevados costos de hospedaje. Me moví principalmente a pie, gracias a una investigación previa y un mapa que diseñé para optimizar mi tiempo y recorrer los principales lugares de la ciudad. Fue una experiencia muy eficiente, que me permitió conocer lo más destacado sin perderme.
Una de las sorpresas agradables fue encontrar un bar con una vista panorámica de Viena: el Sky Bar, que, para mi sorpresa, era gratis. Ofrecía una increíble vista de la ciudad, lo cual es una excelente manera de disfrutar de Viena sin que el bolsillo sufra demasiado.
Viena es una ciudad de lujosa y elegante, pero con un coste de vida que hace difícil disfrutarla en su totalidad para los viajeros con un presupuesto ajustado. Lo que más me atrae de Austria es la región de Innsbruck y otras áreas más relacionadas con el trekking y la naturaleza. Sin embargo, esos lugares siguen siendo inaccesibles para mí debido a los costos elevados.
Mis viajes no se caracterizan por buscar destinos con todas las facilidades y comodidades que se ofrecen en lugares turísticos más convencionales. Prefiero la aventura en lugares que no están tan preparados para el turismo masivo, y Austria, aunque fascinante, resulta ser un destino más adecuado para quienes puedan permitirse esas comodidades. A pesar de eso, la riqueza cultural e histórica de la ciudad, así como sus paisajes naturales, hacen de Austria un destino interesante, pero para mi tipo de viaje, no es un lugar al que pueda regresar con facilidad.
Me levanté temprano, como quien sabe que un día largo lo espera. Tras un cafe bien cargado y un desayuno típico de Bratislava, con una jugosa pieza de koláče (pastelito relleno de frutas y crema), me despedí de la tranquilidad de la ciudad. Mientras me terminaba el último trago, ya tenía en mente el plan: un día exprés en Viena, aprovechando al máximo cada minuto. La noche anterior me había quedado dando vueltas en la cabeza la estrategia perfecta para optimizar ese día, ya que, claro, los precios en Viena son para temblar. No es que no quiera gastar, pero uno aprende a no malgastar cuando los euros se desaparecen más rápido que los mates en una ronda de amigos.
Salí a las 7 de la mañana, tomé el bus y en menos de lo que canta un gallo estaba camino a la capital austriaca, mirando por la ventana cómo se escapaba el paisaje eslovaco y mi billetera. En fin, lo importante era el recorrido.
Yo en frente del Palacio de Schönbrunn, el palacio más famoso de Viena
Foto panorámica de la ciudad de Viena, donde se puede apreciar la arquitectura
La Catedral de San Esteban, al llegar al centro de la ciudad, era otra muestra de la grandiosidad vienesa. Imponente y fría, como la mayoría de las cosas en esta ciudad. Un par de donaciones voluntarias y estaba listo para entrar, pero no pude evitar pensar en lo que costaba encontrar un lugar cálido entre tanto mármol y columnas que parecían mirar desde las alturas con indiferencia. De ahí, me dirigí al Museo de Historia del Arte, una construcción que se siente más como una fortaleza que un museo. Ni hablar de los cuadros, con una colección que impresiona, aunque uno se siente un poco ajeno ante tanta magnificencia. Pensé en quedarme un rato más, pero lo de siempre: el tiempo apremia y la billetera grita en silencio. Un paseo por El Prater, y la famosa rueda de la fortuna, me dio un respiro. Mientras observaba la ciudad desde las alturas, me di cuenta de algo curioso. Viena, con su aire de ciudad perfecta, es también un lugar lleno de personas que no te miran, como si todo estuviera tan ordenado que la humanidad quedara un paso atrás. Pero hay algo mágico en ese parque, quizás el contraste entre la inmensidad de la rueda y la gente que se limita a mirar. Una parada en el Palacio Belvedere, donde los jardines son el verdadero espectáculo, me hizo recordar que aún en lo más monumental se puede encontrar algo de belleza sin gastar un euro. Caminé un buen rato allí, buscando la sombra de los árboles, disfrutando de la tranquilidad mientras los turistas se hacían fotos frente a la estatua de Maria Teresa.
El Naschmarkt, como buen mercado, fue mi siguiente destino. Allí, en medio de los puestos de comida, me encontré con cuatro o cinco delicias típicas a precios razonables (o lo que para los estándares de Viena podría considerarse razonable). Probé Wiener Schnitzel, una tarta Sacher que no dejó de sorprenderme por lo dulce que era, y otras tantas especialidades locales. Eso sí, entre las bebidas no pude evitar probar una Sturm, el vino joven de la región. Un sabor que se te queda, aunque no sé si por el gusto o por el precio. Y claro, no todo fue belleza monumental. Hundertwasserhaus, esa obra de arte residencial, me sacó una sonrisa. Colores, formas inusuales, y una arquitectura tan extraña que hasta los vieneses parecían no notarla. Es un lugar que se sale de lo tradicional, un guiño a lo que Viena no quiere ser, pero que de alguna forma tiene que aceptar que es parte de ella.
Vinagres de frutas que se venden en el famoso mercado Naschmarkt de Viena
Escultura característica de Viena
La vuelta a Bratislava a las 10 de la noche fue tranquila, y no me arrepiento de nada, a pesar de que el día fue largo. Viena tiene una arquitectura que, realmente, impresiona. Los palacios, las iglesias, los parques, la limpieza, el orden... todo parecía salido de una postal, tan bien cuidado que casi da miedo tocarlo. Sus plazas, su orden implacable, los jardines del Palacio de Schönbrunn, con su tranquilidad y aire majestuoso, te hacen sentir que todo encaja a la perfección. Sin embargo, más allá de eso, la ciudad me dejó una sensación extraña, como de frialdad. La gente es distante, como si Viena estuviera demasiado enfocada en su belleza externa como para permitir que sus habitantes se conecten con los que llegan. La esencia austriaca, por más que busqué, no la encontré. Más allá de los turistas, es difícil encontrar algo auténtico. El Naschmarkt me ofreció una pequeña muestra de lo que puede ser, con sus productos frescos y comida local, pero fuera de eso, todo parecía diseñado para que el visitante se pierda entre las mismas fachadas perfectas. No es un destino para viajeros, es más bien un parque temático para quienes buscan fotos bonitas y nada más. Sin embargo, en medio de todo eso, me quedo con la certeza de que, aunque la ciudad no me haya dejado una huella tan profunda, tiene una elegancia particular que no se puede negar. Tal vez, lo mejor de este tipo de ciudades sea que son perfectas para ser miradas, no tanto para ser vividas.