Argentina

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INTRODUCCIÓN

Argentina no es un país, es un latido desbordado. Un corazón que late entre la Puna y la Patagonia, entre el tango rasguñado en los bares de Buenos Aires y el silencio cósmico de la Ruta 40. No es una geografía, es una pasión hecha tierra, un abrazo de contradicciones donde el asado y el vino se mezclan con las protestas y los sueños rotos. Aquí, el tiempo no corre: se detiene en las estaciones fantasmas del Chaco, se acelera en las calles de Palermo, y se congela en los glaciares del Calafate.

Recorrerla en seis meses es como leer una novela de Cortázar en voz alta, saltando capítulos, encontrando personajes inesperados en cada rincón. Jujuy, con su Quebrada de Humahuaca pintada por dioses borrachos de colores; Salta, la linda, donde las noches huelen a empanadas y a siglos de resistencia; Tucumán, pequeño gigante de la independencia, donde el verde de los cañaverales esconde historias de lucha. Catamarca, tierra de milagros y olvidos, donde las iglesias guardan secretos bajo el sol inclemente. San Juan, Mendoza, Neuquén: el reino del vino y del petróleo, donde los viñedos se codean con los pozos de shale, y las montañas son testigos mudos de tanto derroche y tanta belleza.

Y después, el sur. Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Ushuaia. La Patagonia no es un lugar, es un estado del alma. Aquí el viento esculpe el carácter de la gente, y las distancias se miden en litros de paciencia. Las rutas son largas como suspiros, y cada pueblo parece un refugio de náufragos voluntarios. En Comodoro, el petróleo mancha el mar y la política; en El Calafate, los turistas fotografían el Perito Moreno como si fuera un dios de hielo que algún día se derretirá. Y Ushuaia, el fin del mundo, donde el mapa se acaba pero la imaginación sigue, hacia el blanco infinito de la Antártida.

Buenos Aires es otra cosa. Una ciudad que se cree europea, pero late con sangre latinoamericana. El Obelisco es un dedo medio al cielo, las paredes gritan con murales de protesta, y los bares de San Telmo guardan fantasmas de milongueros y poetas. En La Boca, el Caminito es un escenario de colores estridentes, pero basta doblar una esquina para encontrar calles donde el fútbol es religión y la pobreza, una herida abierta.

El Norte es místico. En las yungas de Salta, la selva susurra leyendas de duendes y almas en pena; en los valles calchaquíes, las bodegas boutique compiten con las ruinas de los quilmes, que resisten al tiempo como un puño cerrado. Catamarca es la provincia del misterio: allí, el Señor de los Milagros atrae peregrinos, y el silencio del desierto es más elocuente que cualquier sermón.

El Centro es la pampa infinita, donde el horizonte se pierde y el gaucho se volvió camionero. Pero en las estancias, el asado sigue siendo ritual, y el mate, la excusa perfecta para contar historias que crecen con cada vuelta. Córdoba, la docta, la rebelde, con sus sierras verdes y su legado jesuita, pero también con sus boliches donde el cuarteto suena a grito pelado.

Y después está el Litoral. Entre Ríos, Corrientes, Misiones. La tierra del chamamé, de los ríos que son caminos, de la yerba mate que alimenta mitos y madrugadas. En Iguazú, las cataratas rugen como un monstruo sagrado, recordándonos que la naturaleza aquí manda, aunque los políticos se crean dueños del paisaje.

Argentina duele. Duele su inflación, su corrupción, su eterno ciclo de esperanzas y decepciones. Pero también enamora. Enamora su gente, que te recibe con un "che" aunque no te conozca; sus paisajes, que parecen sacados de un cuadro de Quinquela Martín; su cultura, que es un crisol de italianos, españoles, indígenas y tantos otros que vinieron a buscar un futuro y se quedaron a construir este presente imperfecto.

Viajar por Argentina no es un viaje, es una confesión. Es descubrir que este país no se explica, se vive. Se llora, se canta, se maldice y se ama, a veces todo al mismo tiempo. No hay una Argentina, hay millones, tantas como argentinos caminando sus calles, soñando sus sueños, peleando sus batallas.

No es un destino. Es un desafío.

Lee la Historia de Argentina

Información General

Capital: Buenos Aires

Población: 46.6 millones (2023)

Idiomas: Español (oficial), italiano, inglés y lenguas indígenas en algunas regiones

Superficie: 2.78 millones km² (8vo país más grande del mundo)

Moneda: Peso argentino (ARS). Tipo de cambio aproximado: $1 USD ≈ 900-1000 ARS (varía constantemente)

Religión: Mayoría católica (62.9%), pero estado laico

Alfabetismo: 99%

Sistema político: República federal presidencialista

Zona horaria: UTC-3 (no hay horario de verano desde 2020)

Electricidad: 220V, 50Hz (enchufes tipo C e I)

Visa y Requisitos de Entrada

Turistas de la mayoría de países latinoamericanos, Europa y Norteamérica: No requieren visa para estancias hasta 90 días.

Proceso de entrada:

Extensiones:

Enlaces oficiales:

Hospedaje en Hostales

Buenos Aires:

Bariloche:

Mendoza:

El Calafate (Glaciar Perito Moreno):

Salta:

Consejos:

Transporte en Argentina

Transporte Interurbano

Buenos Aires - Córdoba:

Buenos Aires - Mendoza:

Buenos Aires - Bariloche:

Bariloche - El Calafate:

Transporte en Buenos Aires

Subte (metro):

Colectivos (autobuses):

Taxis y Uber:

Transporte Regional

Trenes: Limitados pero útiles para algunas rutas como Buenos Aires-Rosario o Buenos Aires-Mar del Plata

Alquiler de autos: Desde $15,000 ARS/día (recomendado para Patagonia y rutas del vino)

Consejos:

Mejor Época para Visitar

Regiones y temporadas:

Eventos importantes:

Información Práctica

Dinero:

Salud y seguridad:

Cultura y etiqueta:

Conectividad:

Comida típica:

ARGENTINA AUTÉNTICA