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El desierto no empieza donde termina el mar. Aquí, en este rincón olvidado de África, ambos se entrelazan como enemigos íntimos: el Atlántico azota la costa con olas frías, mientras la arena, dorada y movediza, avanza sigilosa hacia el agua. Dajla surge en este límite inestable —un puñado de casas bajas donde el viento esculpe el silencio y los pescadores remiendan sus redes al atardecer—.
Pero esta tierra no pertenece a quienes la habitan. Las banderas marroquíes ondean sobre edificios oficiales, los checkpoints militares cortan las carreteras como cicatrices, y en los mercados, los saharauis bajan la voz al mencionar el "Frente Polisario". El Sahara Occidental es un país fantasma: su mapa existe en las aulas, en los documentos de la ONU, pero no en la realidad. Mientras los turistas practican kitesurf en playas de aguas tranquilas, a solo 1,500 km al este, en Tinduf, generaciones enteras crecen en campos de refugiados hechos de barro y latón, esperando un regreso que el mundo pospone.
Visitar este territorio es pisar una herida abierta. Cada duna guarda historias de desplazamiento, cada rostro arrugado por el sol recuerda la Marcha Verde de 1975, cuando Marruecos cruzó la frontera con civiles y fusiles. Hoy, el muro marroquí de 2,700 km —flanqueado por minas y soldados— parte el desierto en dos: de un lado, recursos explotados (fosfatos, pesca); del otro, el exilio.
Leer Historia del Sahara OccidentalCapital: El Aaiún (reclamada por Marruecos, no reconocida por la ONU)
Población: Aproximadamente 600,000 (sólo en territorio bajo control de Marruecos)
Idiomas: Árabe, español (oficiales), con el bereber también hablado por algunas comunidades.
Superficie: 266,000 km² (territorio en disputa, el más grande de África que no tiene un estado reconocido internacionalmente)
Moneda: Dirham marroquí (MAD), 1 USD ≈ 10.5 MAD (aproximadamente, el tipo de cambio puede variar)
Religión: Mayoritariamente musulmanes (suníes).
Alfabetismo: Cerca del 90%, aunque varía dependiendo de la región y el acceso a la educación.
Educación y sanidad: Hay un sistema educativo y de salud básico, pero muy limitado debido a la situación política y la falta de infraestructuras. El acceso a estos servicios en áreas bajo control saharaui es muy limitado.
Trabajo: El empleo es escaso, especialmente en las áreas bajo control del Frente Polisario, debido a las tensiones y la falta de recursos. La mayoría de las personas en los campamentos viven en condiciones precarias.
Deporte más popular: Fútbol
Seguridad: La situación política es inestable, con tensiones territoriales entre el Frente Polisario y Marruecos. Se recomienda precaución, especialmente cerca de las fronteras o zonas de conflicto.
La cocina saharaui se basa en ingredientes del desierto como el cuscús, la carne de camello o cordero y los dátiles. El té de menta es un ritual social fundamental. En los campamentos de refugiados, la dieta depende en gran medida de la ayuda humanitaria, con productos como arroz, lentejas y harina.
⚠️ Situación jurídica: La ONU no reconoce la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental (Resolución 34/37). Los visados emitidos por Marruecos para este territorio no implican reconocimiento legal de su ocupación.
Para zonas bajo control marroquí:
Para zonas liberadas (control Polisario):
Fuentes oficiales:
- Embajada RASD en Argel: contacto@rasd-dz.org
- MINURSO (ONU): minurso.unmissions.org
En zona ocupada por Marruecos (ej: Dajla):
En territorios liberados (control Polisario):
⚠️ Importante: El 80% de los ingresos turísticos en zona ocupada financian la administración marroquí (Informe UE 2021).
El transporte interurbano entre las principales ciudades del Sahara Occidental, como Dakhla y El Aaiún, se realiza principalmente en autobús.
Si viajas desde **Agadir** (Marruecos) hasta **Dakhla**, puedes hacerlo a través de la compañía de buses **CTM**. El viaje tiene una duración aproximada de **19 horas** y debes **comprar el pasaje en la terminal de Agadir** con antelación, ya que no es posible comprarlo en línea. El precio aproximado del pasaje es de **40-50 USD**, y solo puedes pagar en **efectivo**.
Aquí te dejamos la ubicación de la terminal de buses de Agadir en el mapa para que puedas planificar mejor tu viaje: Ubicación de la terminal de autobuses de Agadir.
Otras rutas comunes de transporte en el Sahara Occidental incluyen:
El sistema de transporte en las ciudades del Sahara Occidental es sencillo y, en su mayoría, puedes desplazarte caminando. Si necesitas moverte hacia las playas o áreas más alejadas, puedes contratar **tuc-tucs** para aventones largos, negociando el precio con el conductor. Los **taxis** en la zona son muy caros y no son la opción más conveniente para moverse.
La mejor época para visitar el Sahara Occidental es en la primavera (de marzo a mayo) y el otoño (de septiembre a noviembre), cuando las temperaturas son más moderadas. Durante el verano, las temperaturas pueden superar los 40°C, lo que hace que el viaje sea incómodo, especialmente en el interior.
Evita los meses de verano debido al calor extremo y las limitaciones en los servicios disponibles.
Telefonía móvil: En el Sahara Occidental, la cobertura es limitada en algunas zonas, pero las operadoras de Marruecos como Inwi, Orange y Maroc Telecom ofrecen cobertura en las áreas más urbanizadas.
Dinero: La moneda es el dirham marroquí (MAD). Las tarjetas de crédito son aceptadas en algunas tiendas y hoteles, pero se recomienda llevar efectivo en billetes pequeños, ya que los cajeros automáticos pueden ser escasos fuera de las grandes ciudades.
Comisiones bancarias: Verifica las comisiones al retirar dinero de cajeros automáticos, especialmente si usas tarjetas extranjeras.
Transporte: Lleva siempre efectivo y dirígete a las terminales de buses. Consulta con los locales, ya que los horarios y las compañías cambian con frecuencia.
Comida: En los hostales u hoteles no hay cocina, por lo cual deberás almorzar o cenar afuera siempre.
No pagues tours: Los tours son muy caros. Trata de reunirte con más personas, ya que las playas más atractivas y los lugares más lindos están lejos de la ciudad.
Camina por la ciudad: La ciudad tiene una costanera muy linda. Si tienes suerte, puedes incluso hablar en español con algún saharaui que haya vivido de la vieja época.
El Frente Polisario y sus campamentos: Están fuera de lo que se denomina Sahara Occidental, cuando deberían ser los dueños reales del territorio. Para acceder a los campamentos, puedes hacerlo desde Mauritania, en la frontera con Argelia. Consulta siempre en la ciudad de Zouerate.
La capital del Sahara Occidental: La capital, El Aaiún, no es un buen lugar para recorrer. La visité por dos horas y está rodeada de militares marroquíes. Me pidieron el pasaporte dos veces en menos de 15 minutos, por lo cual desistí de mi idea de pasar más días allí.
Explora Sahara Occidental con esta guía práctica. Selecciona una ciudad para ver sus lugares clave:
Los campamentos de refugiados de Tinduf no aparecen en los folletos turísticos. A cinco horas por pistas de arena desde la frontera con Argelia, emergen como un archipiélago de jaimas y casas de adobe: Smara, El Aaiún, Auserd, Dajla —nombres robados al territorio ocupado, ahora prestados a campos polvorientos donde el termómetro alcanza los 50°C en verano—.
Aquí, el tiempo se mide en décadas de espera. Desde 1975, los saharauis sobreviven gracias a la ayuda humanitaria (arroz, lentejas, aceite) y a una resistencia que no se agrieta. Las mujeres tejen alfombras con patrones que imitan las dunas de su tierra perdida; los niños aprenden español en escuelas sin ventanas, entre mapas donde el Sahara Occidental aún está pintado de verde y blanco. En los hospitales, los médicos cubanos atienden casos de desnutrición con recursos mínimos. "Tenemos universidades, pero no tenemos país", me dijo Fatma, una profesora de 28 años nacida en el exilio.
Antes de irme, un niño me alcanzó una botella llena de arena. "Es de nuestra casa en El Aaiún", dijo. La arena era roja, como la tierra que su familia no ha pisado en 40 años.
El muro marroquí —levantado con ayuda de EEUU y Francia— separa familias enteras. En 2020, la ruptura del alto el fuego reavivó la esperanza de una solución, pero la ONU sigue empantanada en debates. Mientras, Marruecos exporta fosfatos del Sahara ocupado, y la UE firma acuerdos pesqueros que ignoran la ilegalidad de explotar aguas saharauis.
Reflexión final: "El Sahara Occidental es un testamento a la hipocresía internacional. Sus playas perfectas son el telón de fondo de una injusticia que el mundo elige no ver. Viajar aquí no es solo descubrir paisajes; es enfrentarse a la incómoda pregunta: ¿cuánto vale la autodeterminación de un pueblo cuando intereses económicos y alianzas geopolíticas se interponen?"
Llegué de noche, después de un viaje interminable por una carretera vigilada por torretas militares. El bus avanzaba entre sombras, y a través de la ventana solo distinguía las siluetas de alambradas que brillaban bajo la luna. "No saques fotos aquí", susurró el hombre a mi lado, un saharaui que regresaba a casa después de años trabajando en Casablanca. Su voz se quebraba al señalar un cartel oxidado: "Bienvenidos a Dajla, Provincia Marroquí".
La ciudad es un simulacro de normalidad. Por la mañana, el puerto hierve de actividad: pescadores descargan meros y pulpos, niños venden mejillones en cestas de mimbre, y los instructores de kitesurf —europeos en su mayoría— preparan sus equipos ignorando los retratos del rey Mohamed VI que cuelgan de los edificios. El viento, constante y salino, borra las huellas en la playa con la misma facilidad con que el relato oficial intenta borrar la identidad saharaui.
Playa de Dajkla, Sahara Occidental.
Persona relajada mirando el mar en Dajkla.
En el café Bab Sahara, los pescadores juegan al dominó bajo un retrato del rey. El dueño, Ali, sirve té con menta mientras cuenta cómo su hermano desapareció en 2005 por cantar en hassanía. "Aquí, hasta el silencio tiene dueño", dice, y señala un cartel en árabe: Prohibido hablar de política.
Caminé hacia la Laguna de Dajla, un espejo de aguas turquesas donde flamencos rosados se refugian al mediodía. Un pastor nómada, envuelto en un darráa azul, me ofreció té en su jaima. "Esto era todo nuestro antes", dijo señalando el horizonte. Sus palabras flotaron en el aire caliente como un secreto a voces. Más tarde, en un café cercano, un joven me mostró en su móvil videos de las protestas en El Aaiún: "Marruecos nos llama terroristas por pedir lo que es nuestro". La pantalla temblaba en sus manos.
Datos prácticos: